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viernes, 13 de junio de 2025

No pierdas la pasión

Como fotógrafo aficionado, he pasado por varias etapas, cada una más compleja que la anterior. Sin duda, las peores han sido aquellas en las que no era capaz ni de coger la cámara, o que, aun haciéndolo, no disfrutaba del proceso.

Eso fue justo lo que me ocurrió en 2017. Me había vuelto tan obsesivo con la teoría, con hacerlo “todo bien”, que dejé de disfrutar. Ninguna foto me parecía suficiente. Todo me parecía una pérdida de tiempo.

Hasta que un día, Jose Mercado me dijo: “Dani, olvídate de todo y solo haz fotos. Disfruta haciendo fotografías.” Y, con esa sencilla frase, hizo que mi mente se diera cuenta de que no iba por el buen camino, cambiase el chip y, como resultado volví a recuperar la pasión. De hecho, podéis encontrar ese post en este mismo blog.

Este post no busca darte lecciones. Solo pretende recordarte algo esencial: está muy bien aprender, mejorar y progresar… pero no a costa de perder el norte. A veces, nuestra obsesión por mejorar nos roba lo más importante: la felicidad.

Piénsalo así: imagina a alguien que va con su familia a la playa, pero como no sabe nadar, pasa todo el día amargado. ¿Es razonable? En absoluto. Puede jugar en la arena, meterse hasta donde hace pie, pasear, tomar el sol, leer, hablar, reír… vivir.

Lo mismo ocurre con la fotografía. Si te frustras porque no logras ese bokeh perfecto, tal vez no se trate de abrir más el diafragma: puede que tu objetivo no lo permita. Y si ese objetivo no está a tu alcance ahora, no pasa nada. Haz lo mejor que puedas con lo que tienes.

A mí, por ejemplo, me encantaría fotografiar un lince ibérico. Pero por más que salgo al campo, no lo consigo. ¿Dejo de buscarlo? ¿Me amargo? No. Disfruto del camino, hago fotos de otras cosas, y si algún día aparece ese lince, estaré preparado. Pero mientras tanto, no he perdido el tiempo. He ganado paseos, he ganado momentos, he ganado otras fotos.

El otro día salí a buscar una cigüeña que suele acudir a un río cercano. Justo al llegar, alzó el vuelo en una escena maravillosa… y yo tenía el objetivo macro montado. No pude hacer la foto. Sentí una punzada de rabia —duró un segundo— y me dije: “Otro día será. Ahora, a disfrutar de lo que hay.” Y eso hice. Fotografié pájaros, insectos, y practiqué técnicas de barrido. Me volví a casa satisfecho.

Eso es lo que quiero que pienses tú también: no dejes que una meta te robe el alma de fotógrafo. Si un plan no sale como esperabas, encuentra otro ángulo, otro motivo, otra luz. Disfruta cada disparo. Disfruta cada imagen. Recréate en los recuerdos cuando las mires con el paso del tiempo. Y sigue creciendo, con calma, sin presión. Esto no es una carrera ni una competición. Es una afición que nos hace felices.

Buenas fotos a todos.



Cigüeña Camponotus Herculeans

miércoles, 1 de marzo de 2017

"Olvídate de todo y solo haz fotos", o como esta frase salvó mi vida fotográfica

A lo largo de mi vida he recibido muchísimos consejos. Consejos personales, profesionales, mejores y peores, de esto de aquello... Y algunos los llevo guardados en el corazón como un mantra diario que me ayuda a mejorar.

Entre estos esta el que da título a esta entrada, "Dani, olvídate de todo y solo haz fotos; disfruta haciendo fotográfias". De entrada debo decir que es uno de los consejos que más me han ayudado. 

Mi andadura en al fotografía comenzó a comienzos de siglo cuando cogí la réflex analógica de mi padre por primera vez. Sin embargo no fue hasta 2009 cuando empece a aprender en serio. Mi cabeza empezó a llenarse de conocimientos, de teoría y experiencias de otros que me servían para mejorar. Poco después arranque mi blog "aficionados a la fotografía", con el que me encontré a gente maravillosa de este mundo y seguí acumulando mas y mas teoría relacionada con la fotografía y la edición. 

Comencé a buscar la perfección en la composición, en el bokeh, en la historia que hay que contar, en las expresiones faciales, en el color, hasta en lo irracional... Solo para llegar a agotarme mentalmente y dejar de sentir esa tremenda pasión con la que empece a disparar aquella polvorienta Yashika.

Dejé la fotografía aparcada. No me lo podía creer. Pensé que quizás era algo transitorio, que sólo necesitaba un poco descanso. Pero pasaban los meses y no volvía esa pasión. Lo intente varias ocasiones, forzado por mi mismo, pero no había manera. Era un levantarme para ponerme de rodillas otra vez y, cada vez, con menos ganas.

Hasta que mi muy buen amigo Mercado me dijo un día la frase del título. Eso me hizo pensar en que me había olvidado de lo realmente importante. Me recordé con 12 o 13 años, cuando mis tíos de León vinieron a verme y fuimos al oceanográfico de Valencia. Aquel día fue la primera vez que lleve la cámara de mi padre fuera de casa. En un macuto que pesaba mil toneladas y que cargue durante incontables horas con felicidad y dolor de espalda. Solo sabia que tenía que dejar f8 y mover la rueda de la velocidad para que se parase en el centro. Eso y cambiar los carretes; gaste 3 carretes de 36 y tuve que comprar otro allí.... el cual me sablearon a base de bien.

Tener un diafragma fijo que no sabia para que era y preocuparme solo de tener una velocidad x y el enfoque fue algo sencillo. Pero aún así fue un viaje que recuerdo con mucha felicidad. En ese momento lo único que me importaba era pasarlo bien con la cámara. A día de hoy, cuando miro esas fotografías, no me paro a valorar si el enfoque es bueno o no, si respete reglas de composición o mil chorradas mas. Miro esas fotografías y sonrío. 

Lo mismo me pasa cuando miro las fotografías de mi primer año con DSLR. Llevaba la cámara a todas partes, fotografiaba de todo, personas, perros, gatos, amanecer, atardecer, flores, hojas, sombras... Y la cámara y yo éramos uno en sentimiento.

Yo había perdido el amor por la fotografía. Me deje llevar por todo lo que he aprendido estos años y me agobie disparo tras disparo. No estoy criticando lo que he aprendido. Creo que es necesario para mejorar, crecer. 8 años después de comenzar a aprender fotografía aplico muchas cosas de las que he aprendido de forma casi inconsciente y se refleja en mis fotografías, comparadas con las anteriores. 

Pero creo que esa frase que he usado es la clave: "de forma casi inconsciente". Cuando cojo la cámara sé que quiero y sé cómo lograr eso. No me paro a pensar durante horas y me agobio. Pienso un poco, lo justo, y me pongo buena música, me relajo y empiezo a disfrutar disparando. 

Llevo así ya un par de meses y la cuerda no se acaba. Vuelvo a llevar la cámara conmigo a casi todas partes, vuelvo a hacer fotografías que me llenan y, lo mas importante, vuelvo a sonreír. 
 
Hace un par de años me decía a mi mismo que disfrutaba y era feliz fotografiando. Solo eran mentiras.

Porque al final no hay que olvidar que soy un afícionado que sólo quiere disfrutar con su cámara. Si algo más ha de llegar, llegará seguro.

"Déjate de tonterías y haz fotos". 


Gracias por creer en mi hasta en los peores momentos. Gracias, señor Sandia y, también, Spidey. Vuestro apoyo fue la soga a la que me agarré en el precipicio.

A continuación algunas de mis primeras fotografías, con la Yashika de mi padre:

Probando el 70-200mm

Probando el objetivo Macro que aún uso hoy día en digital

La belleza de estas flores me cautivó

Sin duda estas fotografías tienen muchos peros, pero el único pero es que no sabía prácticamente nada de fotografía, pero aún así me encantan estas fotografías y me siguen inspirando.