martes, 26 de agosto de 2025

La distancia hiperfocal: la clave invisible de la nitidez en fotografía, por Carlos Granados

Una vez más, Carlos Granados nos comparte su sabiduría en un post. Muchas gracias.

Hoy os voy a hablar de un concepto relativamente desconocido cuando se está empezando en fotografía pero absolutamente clave en muchas disciplinas: La famosa "distancia hiperfocal":

La fotografía, en esencia, es el arte de escribir con luz. Pero no basta con capturar la luz: queremos hacerlo con nitidez, con control, con intención. Ahí entra en juego un concepto que, aunque suene casi místico, es pura técnica: la distancia hiperfocal. Un término que intimida a muchos principiantes, pero que una vez comprendido se convierte en un arma fundamental para quienes buscan imágenes más nítidas y profesionales.



¿Qué es exactamente la distancia hiperfocal?

De forma sencilla, la distancia hiperfocal es el punto de enfoque a partir del cual conseguimos la máxima profundidad de campo posible. Si enfocas en la hiperfocal, todo lo que esté desde la mitad de esa distancia hasta el infinito aparecerá nítido en la fotografía.

Ejemplo: supongamos que con un objetivo de 35 mm a f/8 la distancia hiperfocal son 3 metros. Si enfocas a esos 3 m, todo lo que esté desde 1,5 m hasta el horizonte quedará enfocado. Es decir, consigues la mayor zona de nitidez que tu combinación de lente, diafragma y cámara puede dar.

Factores que determinan la hiperfocal

La hiperfocal no es un valor fijo, depende de:

La distancia focal: cuanto más angular, más corta es la hiperfocal (es decir, más cerca puedes empezar a tenerlo todo enfocado).

La apertura de diafragma: cerrando el diafragma (f/8, f/11, f/16…) aumenta la profundidad de campo, y la hiperfocal se acorta.

El círculo de confusión: depende del tamaño del sensor. No es lo mismo calcularla en una cámara full frame que en una APS-C o micro 4/3.

¿Cuándo usar la distancia hiperfocal?

La hiperfocal es especialmente útil en disciplinas donde buscamos nitidez desde un primer plano muy cercano hasta un fondo lejano. En concreto:

Fotografía de paisaje: es su reino natural. Colocas unas flores, una roca o un río en el primer plano, enfocas a la hiperfocal y garantizas que tanto ese detalle cercano como las montañas del fondo estén nítidas. Para mi personalmente sería inconcebible fotografiar sin usarla.

Astrofotografía: cuando quieres capturar la Vía Láctea sobre un sujeto terrestre, necesitas que tanto el suelo como el cielo estén enfocados.

Street photography: algunos fotógrafos callejeros usamos la hiperfocal para olvidarnos de enfocar: configuran un gran angular a f/8, ajustan la hiperfocal y disparan rápido sin preocuparse de si el enfoque automático acierta o no.

Arquitectura y escenas urbanas: cuando quieres incluir gran cantidad de elementos en distintos planos con máxima nitidez.

Cómo calcularla y usarla en la práctica

Existen varias formas:

Tablas y calculadoras: clásicas, en papel o en apps como PhotoPills, que te dicen exactamente la hiperfocal según tu cámara, focal y apertura.

Regla práctica: si no tienes calculadora, una aproximación útil es enfocar a un punto que esté a un tercio de la escena. No es exacto, pero suele funcionar bien en la mayoría de situaciones de paisaje.

Modo manual y pruebas: muchos fotógrafos ya tienen memorizados valores típicos (por ejemplo, con un 24 mm a f/11 en full frame, la hiperfocal suele estar en torno a 2 m).

El flujo de trabajo más común es:

Decidir la apertura que necesitas (normalmente f/8 a f/11 en paisaje para obtener nitidez sin perder calidad por difracción).

Calcular la hiperfocal con una app.

Enfocar manualmente a esa distancia (o a un objeto real que esté aproximadamente ahí).

Disparar con la seguridad de que tu escena tendrá la máxima profundidad de campo.

Errores frecuentes:

Confiar ciegamente en cerrar diafragma: muchos creen que basta con poner f/22. Error: aparece la difracción, que resta nitidez general. La hiperfocal permite usar aperturas óptimas (f/8–f/11) y aun así lograrlo todo enfocado.

Olvidar el primer plano: si colocas un sujeto muy cerca y no calculas bien la hiperfocal, ese elemento quedará fuera de foco aunque el fondo se vea perfecto.

No tener en cuenta el tamaño del sensor: en cámaras APS-C o micro 4/3 la hiperfocal cambia, y si no lo ajustas, los cálculos se van al traste.

Cómo mejorará tus fotografías.

Dominar la distancia hiperfocal no solo aporta nitidez: cambia la manera de pensar tus composiciones. Te obliga a planificar el encuadre, a decidir qué elementos del primer plano y del fondo quieres incluir, y te da confianza al disparar porque sabes que el resultado será técnico y visualmente sólido.

La diferencia entre una foto de paisaje “bonita” y una fotografía realmente profesional suele estar en ese detalle: todo enfocado, desde la brizna de hierba que aparece en primer plano hasta la cadena montañosa del horizonte. Y ese es, exactamente, el poder de la hiperfocal.

En conclusión, la distancia hiperfocal no es un concepto reservado a matemáticos ni a fotógrafos obsesionados con fórmulas. Es, en realidad, un atajo creativo: la técnica que te permite dedicar menos tiempo a preocuparte por el enfoque y más a pensar en la luz y la composición.

Si haces paisaje, arquitectura, nocturnas o simplemente quieres dar un salto de calidad en tus imágenes, aprender a usar la hiperfocal es un paso obligatorio. Puede parecer técnico al principio, pero una vez la interiorizas se convierte en un gesto natural, tan automático como ajustar la exposición o decidir el encuadre.

En fotografía, no siempre se trata de tener el mejor equipo: se trata de conocer al detalle lo que tenemos entre manos. Y la hiperfocal es, sin duda, uno de esos secretos que marcan la diferencia.

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